«Tomad, Señor y recibid
toda mi libertad
mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad
Todo mi haber y mi poseer
vos me lo disteis
a vos Señor lo torno
Todo es vuestro
disponed a toda vuestra voluntad
Dadme vuestro amor y gracia
que ésta me basta»
Esta oración nos recuerda que la vida espiritual es un camino constante. En mi caso, yo creo que nunca he sido capaz de decir esa oración con absoluta sinceridad. Es decir, yo sigo queriendo atenerme a todas esas cosas, pero no estoy seguro de poder decir ya que lo único que necesito es el amor y la gracia de Dios. Sigo siendo demasiado humano para hacerlo. Pero como decía Ignacio, basta con tener el deseo de deseo. Basta con querer esa libertad y Dios se ocupará del resto.
El camino de Ignacio ha sido recorrido por millones de personas en busca de Dios en su vida cotidiana. Y por este camino –fácil en una ocasiones, difícil en otras, pero que siempre nos acerca más a Dios– tenemos que dar las gracias a nuestro amigo San Ignacio de Loyola.
"Más en las obras que en las palabras"
James Martin, SJ
Grupo de Comunicación Loyola