Vivimos la tradición de fe recibida de nuestros mayores creando un espacio de celebración, acogida y ayuda mutua donde cada uno pueda encontrarse “como en casa” y ahondar en su experiencia de Dios. Y ello desde la convicción de que Dios nos sale al paso en medio de la vida, de un modo íntimamente personal, invitándonos a construir su Reino desde la acogida y el servicio a los más vulnerables y excluidos de su Mesa fraterna.